No queremos olvidar otras cosillas (anécdotas, leyendas, personas, oficios, …) difíciles de agrupar o clasificar, y que principalmente se mantienen en la cabeza de cada vez menos personas, dado que parte de ellas ocurrieron cuando muchos de nosotros todavía no habíamos nacido.
Con la finalidad de no perderlas, aportamos estas líneas, con cierto desorden, y seguramente con poca fidelidad en algunos casos. Hemos decidido que preferimos errar que olvidar, así que aquí van publicadas.
Pedimos disculpas de antemano por los errores y agradecemos cualquier ayuda que podáis darnos para corregir, actualizar o añadir más información en este apartado.
En el Cabezo Calán a pesar de ser un asentamiento ibero, la imaginativa tradición popular achacaba a tiempo de los “moros” pasadizos subterráneos que recorrían el cabezo por la ladera hasta el río para proveerse de agua en secreto.
Durante mucho tiempo se recogieron restos de vasijas y cerámicas, que los mozos del pueblo guardaban como un tesoro.
En la década de los 90 alguien hizo prospecciones en la parte superior del cabezo. No se tiene muy claro si bien no encontraron nada o fue parada la excavación, ya que poco después apareció de nuevo tapado el agujero.
De momento el estudio de este asentamiento Ibero es una asignatura pendiente.
Hay algún estudio sobre las hazañas del Cid que siembra dudas sobre la ubicación de la Batalla de Tévar. En 1972, un profesor de la universidad de Murcia, situaba dicha batalla cerca de nuestras tierras; daba como hipótesis que se hubiera producido en la Rambla del Pinar entre los términos de Torrecilla, Godos, Segura y Vivel del Río.
Otra hipótesis también sería a 5 kilómetros de la Rambla del Pinar, entre Torrecilla, Fuenferrada y Torre los Negros en la Rambla de Povar.
Se contaban historias de la existencia de lobos en estas tierras a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Amedrentaban a los pastores y atacaban los rebaños. En ocasiones, los perros eran insuficientes para mantenerlos a distancia, y se comenta que algunos pastores iban armados con trabucos.
En 1903 se empedró la carretera con canto rodado. En 1912 se repasó y volvió a empedrar con canto rodado más pequeño. En los años 1965 y 1966 se volvió a repasar y empedrar.
El 17 de enero de 1915 dos de los hijos de Martín Andreu y Manuela Losilla, de 5 y 9 años, José y Gabriel, que vivían en Torrecilla, se perdieron cuando iban a las fiestas de Allueva, (San Fabián y San Sebastián, 20 de enero) de donde procedía la familia Andreu, y se les hizo de noche en el monte. Era pleno invierno, con intensas nieves y fuerte ventisca. A la mañana siguiente, en el transcurso de una intensa búsqueda, vieron el resplandor de un rayo desde los corrales de las Pozas. El cura, mosén Marcelino, solicitó ir donde se había visto el resplandor, dijo que allí estarían, y así fue. Al preguntar al pequeño José, éste les contó que se les apareció un hombre con un perro y una capa, y que los tapó con la capa. Pero su hermano Gabriel no quiso taparse, se alejó del lugar y murió de frio. Cuando llevaron a José a la iglesia, señaló a San Antón como el hombre que había visto en el monte. Para celebrar el milagro, el niño salvado fue pasado bajo la imagen del santo. José murió muy mayor a finales del siglo XX.
No se sabe dónde termina la realidad y empieza la ficción, se rumorea que parte de la historia fue fraguada por el cura mosén Marcelino.
En 1920 la jornada laboral se pagaba a 6 pesetas, cuando una docena de huevos valía 2 pesetas, un kilo de pan costaba 0,60 pesetas y un kilo de carne valía 3 pts.
En 1931 se pagaba el jornal a 0,5 pesetas la hora, en Torrecilla se pagaba un jornal de bracero a 4 pesetas el día.
Se recuerda el robo del campanico de la ermita de San Agustín, así como del grifo de bronce de la Fuente Baja.
Se echó la culpa a gitanos, quincalleros y merchantes que eran abundantes en aquella época por los caminos y carreteras. También el robo de gallinas, conejos y algún tocino era cosa común en aquellos tiempos.
Más grave fue el robo de 3 machos (mulos) en casa del tío Vicente Garcés García en la madruga del 3 de marzo de 1943. Se llevaron los tres de las cuadras de casa poniéndoles sacos en los cascos para que no hicieran ruido.
Cuentan que el tío Vicente, en una Feria de ganado posterior, entró en las cuadras de los gitanos que se los habían robado y al oír la voz de su amo los machos se declararon relinchando. El tío Garcés dijo que los machos eran suyos, pero pronto lo rodearon los gitanos increpándole con palabras y gestos amenazadores.
Tuvieron que irse de la Feria perdiendo los machos, pero salvando el pellejo. Los gitanos que se dedicaban a tratantes de caballerías eran de regular catadura.
Cuentan que antaño había una inscripción en el cementerio que rezaba así:
“Alto detente,
Reza un padre nuestro por mí,
Porque lo que tú eres yo fui,
Lo que yo soy, tú serás.
Y entonces agradecerás
que lo recen por ti.”
Curioso y triste es el caso de Fermina Garcés, que se ahogó en el Bonete. Estaban en el corral de los Andreu del Cabezo Calán protegiéndose de una fuerte tormenta, pero como había dejado los animales sueltos, sin recoger en casa, se fue hacia el pueblo. Al cruzar el río en la zona de la carretera, el agua que bajaba en avenida la arrastró, siendo imposible salir de la riada debido a las sayas y faldas que llevaban entonces.
Al inicio de la guerra civil se formó en Calamocha una Bandera de Falange con voluntarios de Calamocha y de los pueblos cercanos, entre ellos Torrecilla. Pasaban camiones con chicas falangistas reclutando voluntarios.
Dos de ellos cayeron prisioneros en la toma de Teruel por los republicanos, Francisco Losilla y Narciso Nadela, el tío Mauricio.
Estuvieron a punto de ser fusilados, pero les salvó tener las manos encallecidas por el trabajo del campo. Esta distinción fue sugerida por Dolores Ibarruri “La Pasionaria”. Los que no tenían las manos encallecidas, eran fusilados.
Hay una copla que recuerda a estos voluntarios:
OCTAVA BANDERA DE FALANGE:
Somos la 8ª Bandera, que en Calamocha nació,
y el día 12 de agosto, cara Teruel se marchó,
para defender a España, con arrojo y con valor,
y en el puerto de Sarrión, muy pronto se demostró.
Estuvimos en el Puerto, en el estrecho de Villel,
en Celadas y en Mansueto, y en Albarracín también,
y en el frente de Corbalán, no creáis que me olvido,
pues allí nos fue muy mal, un muerto y varios heridos.
A Joaquín Pina Burriel, Emilio Costey Sancho, Cristóbal Costey Gracia, Joaquín Gracia Chavao (Tío Piquín) y Santiago Domingo Bernal (Tío Fonfría) los cogió una avanzadilla del ejército republicano en la zona de Carrallueva o las Navazas el día 12 de agosto de 1937 y estuvieron retenidos hasta el 18 de marzo de 1938. En Caspe lograron pasarse al bando Nacional al reconocer a la XIIIª Bandera del Tercio que había estado en Torrecilla.
En los Cinco Rebollos mientras se segaba, había patrullas de la Centuria Catalana para proteger a los que hacían las labores agrícolas de las pequeñas incursiones enemigas.
A los militares les pagaban 2 reales y a los falangistas 1 peseta.
En Torrecilla alguien proporcionó una lista con unos 30 nombres de personas de marcada ideología de izquierdas o republicana (malas lenguas la achacan al mosén Marcelino). Juan José Simón Finol (Jefe Local de Falange) y Domingo Losilla Garcés (Alcalde de Torrecilla) intercedieron para que no se tomaran represalias ni hubiera ajustes de cuentas contra nadie. Y así fue, en Torrecilla no hubo ningún muerto civil represaliado.
En el Más de Teller había posiciones de tropas que vigilaban la zona de Villanueva y Fuenferrada. En alguna ocasión fueron sorprendidos por los republicanos, allí estuvo Desiderio Cañada.
En la primavera de 1938 se llevaron a los chicos y a los viejos fuera de Torrecilla por miedo a la “inminente entrada de los rojos” (ejército republicano), ya que habían roto el frente en la zona de Vivel y Portalrubio. Unos fueron a las Pozas, otros a Cutanda, otros a Ferreruela, y a otros pueblos donde se tenía familia.
Se hizo un monumento a los muertos en la Guerra Civil (Cruz de los Caídos).
Las personas de Torrecilla muertas durante la guerra fueron:
Alberto Lahoz del Rio, Ramón Baquero Beltrán, Joaquín Juste Juste, José Beltrán Burriel, Froilán Soguero Lahoz, Tomás Julián Juan, Vicente Lahoz del Rio, Francisco Peribañez Cañada, Pedro Manuel Gracia Lancís.
El tío Balaguer (Aurelio) murió en el Barranco de Cañamadera, casi enfrente al Barranco del Tollo. Hay una cruz de piedras hecha por el tío Pablo Pérez en el lugar exacto. Al vadear la Rambla, a los machos se les apoderó la carga, el carro fue hacia atrás, y volcó parte de la carga, pegándole las cepurras que transportaba. Lo trajo al pueblo el tío Desiderio Cañada.
En un pajar del tío Marzal, que había en tiempos donde ahora está el depósito de agua viejo (de los dos el más bajo) varios chavales de entonces (Mariano Blasco, Vicente Sebastián y Francisco Martínez) se encontraron 24 duros de plata de Amadeo de Saboya y de Alfonso XII, llamado el sentao.
El monte estaba dividido en 14 cuarteles. Cada cuartel eran 4 decenas, y de cada decena se obtenían 30 suertes.
Existe constancia de que en los años 1940 y 1941 se hicieron 154 Suertes de leña, y en el año 1946, 147 Suertes.
También se hacían de 1 a 2 cargas de leña (estepas) diarias para el Horno del pueblo. Asimismo, también se hacían muchas cargas de estepas para las yeseras de Navarrete, y para los hornos de Calamocha, de Navarrete, etc.
Tras la Guerra Civil el Ayuntamiento, siendo alcalde Juan José Simón pidió dinero a varios terratenientes de Torre los Negros cediendo la explotación del Cuartón de Torrecilla, con la condición de recuperarlo una vez devuelto el dinero prestado. Algo que parece ser no se produjo. Y así ha quedado la explotación en poder de vecinos de Torre los Negros desde hace décadas. No así la propiedad que es del municipio de Torrecilla.
Durante la posguerra era obligatorio ir a misa los domingos y fiesta de guardar. Se producían denuncias hechas por la Guardia Civil o por el guarda jurado municipal. Se producían injusticias, ya que a unos se les denunciaba y a otros que estaban en el campo de al lado, no.
En las festividades religiosas la asistencia a misa era muy grande y como decimos casi obligatoria.
El órgano lo tocaba el Tío Ramón Lambeja. Cantaban Juan José Ramo y José Lancís, las mujeres también acompañaban. Hasta los años 60 la misa se oficiaba en latín. El Tío Nicolás cantaba los misterios en el Viacrucis de Semana Santa.
En 1954 el albañil de Torrecilla Remigio Vela tiró la cúpula- cimborrio por el peligro de sobrecarga que ejercía y se sustituyó por un tejadillo elevado de menos peso. También se hicieron 2 muros de mampostería en los laterales para reforzar las columnas que sufrían ya cierta inclinación.
Mientras duró la obra, la misa se celebraba en el altar de San Antonio, al lado del Coro, por el miedo a posibles desprendimientos.
La paloma del espíritu Santo que se colocó en el cerramiento donde iba la cúpula, la puso el albañil de Torrecilla Zenón Rivasés, así como el reloj y el embaldosado del suelo de la Iglesia, sobre la cerámica antigua.
Los bancos se sustituyeron también, fabricados por los carpinteros de Torrecilla, Félix Burriel y Jorge Gonzalvo.
En el año 1959 se modifica la posición del altar. Hasta entonces el cura celebraba la Eucaristía de espaldas a los fieles, y las oraciones y las lecturas se hacían en latín, aunque los sermones se hacían en castellano. A partir del Concilio Vaticano II convocado por el Papa Juan XXIII el 25 enero de 1959, el cura celebraría la misa de cara a los fieles desde detrás del altar.
En los años 50/60 en Torrecilla había unas 160 vacas, cuidadas en su mayoría por los chavales. Las vacas se cuidaban todas juntas, se organizaban en una manada concejil llamada “dula”. A primera hora de la mañana se llamaba con un cuerno o una caracola y cada uno acercaba sus animales a un punto determinado. El dulero se llevaba a las bestias a pastar hasta el atardecer. A la vuelta se abrevaban los animales y cada uno se llevaba los suyos.
En la década de 1960 se iniciaron algunas experiencias asociativas. Se creó una cooperativa entre varios agricultores del pueblo.
También se hicieron algunas pequeñas granjas de cerdos y otra de pollos. Un molino eléctrico, etc.
Varios mozos salían del pueblo a hacer jornales o de temporada. Gregorio Julián, Placido Pina, Martín Álvarez y otros salían a Almatret (Lérida), a la recogida de la oliva.
El tío Miguel Moragriega (el sastre) y la tía María Martín iban a encender y apagar la luz del pueblo todos los días.
Los contadores de la luz eran controlados por el técnico de eléctricas llamado “Trinitario”.
En los años 1969-1970 se construyó la Central Térmica de Escucha. Varios vecinos de Torrecilla acudieron a su construcción, entre otros Valentín Nadela, Juan José Pina Lahoz y Pedro Burriel.
Durante muchos años el enterrador del pueblo fue el Tío Roberto (Tío Diablo)
De la restauración y mantenimiento de la ermita de San Agustín se encargó durante mucho tiempo Andrés Díaz Gal, de los Eusebios.
Oficios, Artesanos y Personajes populares
Muchos eran los oficios, artesanos, pastores, jornaleros, etc. que componían la población de Torrecilla.
Albañiles teníamos a los Vela. Al tío Remigio Vela le sucedieron sus hijos Ezequiel y Fermín.
Mariano Serrano de Barrachina, que se casó en Torrecilla y aquí se quedó hasta la llegada de la emigración, que se lo llevó a Zaragoza.
Zenón Rivasés que vino de Huesca, se casó con Luisa Navarro y ya quedó como el albañil de Torrecilla y Godos durante décadas.
Carpinteros destacaron Félix Burriel y Jorge Gonzalvo, el tío Jorge (el cual aprendió el oficio de carpintero en la carpintería de José Lomba de Blesa).
Ambos marcharon a Zaragoza, siendo seguido el oficio por algunos de sus hijos.
Herreros teníamos al Tío Virgilio que tuvo la herrería primero en la calle Real y luego en la carretera, donde le siguieron sus hijos. De ellos, solo quedó José Sebastián (Pepito el Herrero), uno de los mejores herreros de la comarca, tanto en trabajos de antaño (herrador, trabajos de fragua, etc.) como en trabajos más modernos implantados por la llegada de la maquinaría agrícola moderna. Hacia puertas, rejas, vigas, puentes para cocheras, y reparaciones de todo tipo. Como se le echa de menos…
También fue herrero Marcos Lancís, que tuvo la Herrería en la calle Santa Lucía. Luego fue herrero en el ejército y como a él le gustaba decir: soy maestro de maestros herradores.
Famosas fueron las alpargatas de cáñamo que hacían el tío Dionisio Tirado (Tío Tiradico), en la calle Real nº6 y también Joaquín Burriel Balaguer, el Alpargatero.
El tío Miguel Moragriega, el Sastre, que además de su oficio de sastre hacía de peluquero y barbero, con su sillón articulado. Competencia le hacía en el arte de la peluquería Felipe Sangüesa, que igual le cortaba el pelo a un chico, a un burro, a un macho, una mula, … lo que hiciera falta.
Aunque en el arte del esquileo el que se daba más maña era el Tío Eusebio el Esquilador, con ovejas, mulas y cualquier bestia.
El oficio de Carretero lo ejercía Juan José Simón Finol, el Alcalde Viejo.
De silleros estábamos bien servidos con Auspicio Álvarez, Pedro Burriel y el tío Gregorio el Sillero, todos con productos de excelente factura.
Del Horno se encargaron a lo largo de los años varias de nuestras vecinas. Angelina Cañada, Dolores Vela, Angelina Garcés (la Tía Guillerma), Victoria Álvarez, la Tía Balaguer, y finalmente Aurelio Lario, el Pedrico.
Faustino Hernández, el Tío Cestero, abastecía de cestos, cestas, canastas, cuévanos y cualquier cosa que se pudiera hacer con mimbre. Y era el único del pueblo que siempre tenía la razón… (la “razón” era una herramienta que usan los cesteros, es una especie de punzón o cuña de madera resistente que utilizan para regularizar el tejido)
Su nieto Valentín aprendió del abuelo y esporádicamente también ha hecho algún cesto.
Durante bastantes años, tuvimos la opción de elegir donde hacíamos la compra.
Una tienda de ultramarinos, con carnicería, panadería, y estanco era gestionada por Luisa Navarro, la cual cerró en 1996. Disponía de horno de pan propio.
La segunda tienda de ultramarinos y coloniales, tejidos, calzado, aperos, etc. la regentaba Mariano Soguero y Rosa Juste, sin lugar a dudas una de la mejores y más surtidas de toda la comarca. Los últimos años con carnicería añadida, regentada por Miguel García Edo y Pilar Soguero Juste.
Posteriormente al cerrar la tienda Mariano Soguero, abrió tienda Joaquina Pina y Francisco Blasco en lo que antes fue la bodega y salón de baile de Simeón Blasco.
De la Alguacilería se encargaron Clemente Cañada, el Tío Alguacil, Aurelia Balaguer y Félix Burriel, Leonor Cañada y Joaquín Balaguer con su hija Patro, a la que todavía la recordamos como la más moderna, ya iba en bicicleta pregonando por las esquinas.
Lucia Navarro y Teresa Baquero fueron las últimas que pregonaron tocando la Gaita y voceando por las esquinas, hasta la instalación de la megafonía.
Posteriormente, en los últimos años, el cargo de alguacil lo han ejercido las diferentes personas que han gestionado el bar: Francho, Manolo Gracia Luzón, Lourdes Tejero y Emilio Julián, Juan Carlos Álvarez, Ricardo Blasco Yus, y Bianca Berinde y Nikolae Marian.
El Recaudador de la Contribución era Miguel Hernández Alías, el Tío Calixtro.
Bares, Cafés y Cantinas no han faltado a lo largo de los años. La Cantina de la Tía Leonarda, la del Tío Ramón Martínez, la del Tío Sebastián Ramo y la Tía Josefa, la de la Tía Purísima y también tuvo Cantina el Tío Paco Pina y la Tía Pepa.
Hubo dos Bares, el de Simeón Blasco y Presentación, que tenían bar arriba y cantina abajo, al cual sucedió su hijo Francisco. Y el de Jorge Gonzalvo y la Tía Milagros, que lo compatibilizaba con la carpintería.
En el año 1978 se habilitó el trinquete como bar y club social. Durante los 29 años que se mantuvo abierto (hasta la apertura del actual Centro Social “El Horno”), fue gestionado por Juan José Pina Lahoz, Martín Martín Andreu, Cristobal Pina Martínez, Francisco Blasco Lambeja y Francisco Martínez Yus.
Finalmente, y ya sin ánimo de lucro fue gestionado por la Asociación San Cristóbal; era abierto en verano y en las fechas más señaladas, principalmente por Vicente Sebatián y Juan José Simón.
Mariano Soguero también regentaba la oficina delegada del Banco Zaragozano, y Antonio Balaguer regentaba la Oficina de la Caja Postal.
Matachines o matarifes se recuerdan a José Costey y Mariano Rubio, Simeón Blasco y su hijo Francisco, que con Ricardo Garcés han sido los últimos que ejercieron este oficio.
La correspondencia fue cosa durante décadas de Antonio Balaguer, el Tío Cartero. Posteriormente fue Joaquin Rivasés quien estuvo bastantes años de cartero para Torrecilla y el resto de pueblos cercanos, ya desde la oficina de Calamocha.
Aunque no to todos que iban a cuidar ovejas eran pastores de verdad, en Torrecilla hubo muchos y buenos pastores. El Tío Nicolás, el Tío Ramoncico, Sebastián Martín, Joaquín Pina, Antonino Lancís, Juan Francisco Domingo, José Martín, José Garcés, Mariano Andreu, Lucía Navarro, Mariano Valero el Tío Churro, etc., unos pastoreaban su propio ganado, otros para otras casas.
La Tía Hortensia ayudó a muchos niños a venir al mundo como partera, ayudando al practicante o sustituyéndolo. Entonces salvo casos graves, se daba a luz en la propia casa.
En los años 60 vivía en el pueblo el practicante Don Paco (Francisco Quilez). El último médico que tuvimos, aunque residía en Barrachina fue Jesús Cantín.
De maestros son nombrados y recordados, por unos bien y por otros regular, Don Mariano, Don Fernando, Don Antonino, Don Abel Losilla, Don Pedro. Y maestras Doña Consolación, Doña Margarita y Doña María Pilar (Maripi)
Como curas recordamos a Mosén Marcelino, Mosén Leopoldo, Mosén Joaquín de Azuara, Mosén Juan José de Segura, Mosén Manuel de Cuencabuena, que fue el último que tuvo casa en Torrecilla.
Posteriormente, viviendo en Barrachina, mosén Tomás, mosén Andrés y mosén Gregorio de Lechago,
En los últimos tiempos, ya residiendo en Montalbán, mosén Nacho de Monreal y ahora mosén Elkin de Colombia, y la vida sigue …
Desde su origen hasta el siglo XIX.
El origen de la localidad de Torrecilla se remonta a la época de la Reconquista. El topónimo de Torrecilla pudiera ser creado en referencia a las fortificaciones heredadas de la época andalusí.
Esta zona, tributaria del Cid durante años, fue en aquellos tiempos escenario de cruentas batallas.
Lo que hoy se conoce como el Anillo de Montalbán es el itinerario que rememora las andanzas de Rodrigo Díaz de Vivar por las localidades cercanas. Desde su base en el Poyo del Cid se proveía de víveres y recursos de los pueblos de estas comarcas, para abastecer a sus numerosas tropas.
Se sitúa al Cid en Calamocha en el año 1.088 con un ejército de 7.000 hombres. Desde allí acometió la victoriosa Batalla de Tévar en 1090, donde las huestes castellanas derrotaron a las tropas de Al-Múndir, rey de la Taifa de Lérida.
De las batallas de la época sin duda la más famosa y decisiva de ellas fue la Batalla de Cutanda el 17 de junio de 1120, que supondrá la derrota del ejercito Almorávide por parte de las tropas de Alfonso I el Batallador, quedando así todas las tierras entre Zaragoza y el alto Jiloca en manos aragonesas.
Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón por su matrimonio con doña Petronila (Hija de Ramiro II el Monje) fortificó Torrecilla construyendo el castillo que hoy conocemos como “El Muro” entre los años 1129 y 1157, formando parte de una línea defensiva de fortificaciones con Barrachina, Torre los Negros, Segura de Baños, Castel de Cabra y Torre las Arcas.
En 1128 se constituye la Comunidad de Aldeas de Daroca, a la cual se incorpora Torrecilla en 1142.
Entre los años 1347 y 1350 hay una epidemia de peste negra, la más mortífera de la historia, que diezma la población. Es probable que estas epidemias de peste fueran la causa de la pronta despoblación del lugar de Zarzuela, ubicado en la Sierra. En 1412 su término se repartió entre los pueblos de alrededor: Godos, Torrecilla, Torre los Negros y Portalrubio.
De 1506 a 1685 se produjeron varias epidemias de peste, y varios episodios de hambre debido a las malas cosechas.
Torrecilla tomó el apellido “del Rebollar” a partir de 1797 en el siglo XVIII, pues hasta entonces se llamó Torrecilla simplemente. Seguramente para distinguirse de otras Torrecillas. Fue Aldea hasta 1711, y Lugar desde 1785.
Siglo XIX
En la Guerra de la Independencia Torrecilla permaneció ocupada desde 1810, durante 3 años.
Torrecilla fue testigo y sufrió los avatares de las 3 Guerras Carlistas, acaecidas entre 1833 y 1876. Especialmente en la primera guerra carlista donde fue escenario de varias escaramuzas en los alrededores de la localidad e incluso en el interior de la población. Destaca la acaecida entre el 14 y 17 de enero de 1837, habiendo un enfrentamiento directo en las calles de Torrecilla entre liberales y carlistas.
En 1863 Pascual Madoz en su Diccionario informa que en Torrecilla hay 561 habitantes, una Nevera, una Tejería, 52 Pajares y 44 Parideras.
Siglo XX
En 1923 se funda la compañía de producción y distribución eléctrica “Electra Virgen de la Peña” en la cabecera del rio Pitarque, en Fortanete.
A partir de 1927, en su momento álgido abastecía a 43 pueblos. En la inmensa mayoría de los hogares se disponía de una sola lámpara incandescente de baja potencia conectada a un solo hilo conductor de cordón flexible, que permitía trasladarla de un sitio a otro. Cuando los recursos lo permitían se instalaban más bombillas. A la inmensa mayoría de los clientes consumidores, se les cobraba un tanto alzado, según el número de lámparas instaladas. En el caso ya de un consumo importante se colocaba un contador eléctrico.
En 1928 se construye el transformador de tensión a la salida del pueblo, dirección hacia el lavadero.
En 1931, el jornal medio oficial de un bracero en Torrecilla era de 4 pesetas.
En abril de 1932, siendo alcalde Juan José Simón, el Ayuntamiento de Torrecilla plantea la construcción de una escuela unitaria de niñas y abría concurso público con un presupuesto de 976 pesetas, ya que las instalaciones escolares eran insuficientes.
En la primera mitad del siglo XX parece ser que el número de habitantes llegó a pasar de los 900.
Guerra Civil Española 1936-1939
Durante la Guerra Civil, en Torrecilla estuvo durante mucho tiempo acantonado un destacamento compuesto de tropas italianas, alemanes, moros y Falangistas Catalanes, que se distribuyeron por las casas del pueblo, por lo que la población sufrió bombardeos, aunque sin mayores desgracias.
Algunas bombas de aviación cayeron en la Hoya de la Fuente y en casa del tío Navarrete.
Los mandos de tropa de Torrecilla estaban instalados en casa de Juan José Simón. El resto de tropas se repartían por las casas, pajares y parideras del pueblo, había gran cantidad de tropa.
La Comandancia del Ejército Nacional estaba instalada en Barrachina, mientras que las tropas republicanas tenían su sede Montalbán y Oliete.
Todavía se conservan restos de las trincheras, nidos de ametralladoras y vestigios de los fuertes combates que tuvieron lugar en parajes como el Más de Teller, el Corral Blanco, la Hoya de los Cañones, los Cinco Rebollos, etc.
Había baterías antiaéreas en Los Quiñones, una ametralladora en el Muro, y cañones en la Hoya del camino de Salcedilo.
Se arregló el camino de los Cinco Rebollos y se hizo un puente de vigas de cemento y hormigón sobre la Rambla para facilitar el suministro y los desplazamientos entre Torrecilla y el Corral Blanco, donde se encontraba el frente.
Se recuerda todavía la evacuación de niños y ancianos del pueblo durante 3 meses, en la primavera de 1938, ante la inminente entrada del Ejercito Republicano, tras romper el frente. Finalmente no llegaron a tomar Torrecilla.
También fue cercana la sangrienta batalla de la Venta del Diablo en los alrededores de Portalrubio, al otro lado de La Sierra.
Años de modernización
En 1954 la energía eléctrica todavía se recibía de la “Compañía Electra Virgen de la Peña S.A”. de Aliaga, de la cabecera del rio Pitarque en Fortanete. Como hemos comentado, el control se hacía en función del número de bombillas.
En 1957 se acometen obras de mejora y modernización de la localidad:
Se instala la red de aguas públicas en tres puntos del pueblo con sus respectivas fuentes.
Se realiza el cambio de las luces de alumbrado público.
Se construyen los edificios de viviendas para funcionarios. (Maestros, Practicante, Forestal).
En 1958 varios pueblos de las sierras del valle del Pancrudo aceptan las condiciones de la Compañía Telefónica para la instalación de la línea telefónica, compartiendo los costes con la Diputación Provincial.
En el año 1959 se constituye una comisión en los pueblos de Olalla, Barrachina, Torrecilla del Rebollar y Godos para recaudar 269.000 pesetas y 2.700 kilos de cobre que fueron entregados a la “Comisión Provincial de Servicios Técnicos Telefónicos”. También aportaron la mano de obra necesaria para el tendido y todo el transporte del material. Una vez que la línea llegaba a la localidad, el ayuntamiento se veía obligado a ceder a la Compañía Telefónica un local donde albergar la centralita y una vivienda para alojar a los operarios de la misma.
En 1968 se realiza la cogida de aguas de la Canterica para el abastecimiento de la Red Municipal de Aguas y Vertidos. Se construye el depósito regulador de agua y se hace toda la red para el servicio a particulares.
También se lleva a cabo el encementado de todas las calles del pueblo.
Fue sin duda, después de la llegada de la luz, el avance más importante hacia la modernidad.
A pesar de esos avances, nada es capaz de parar el éxodo de la población:
En el año 1964 se cierra el Molino Harinero de Torrecilla, gestionado por Eulogio e Irene. Si bien estaba en término de Godos las aguas que lo alimentaba eran de Torrecilla.
Ese mismo año de 1964 Jorge Gonzalvo cierra el Bar (1950 a 1964) y la Carpintería (1954 a 1964), emigrando a Zaragoza.
Historia más reciente
La unión de Godos a Torrecilla se produjo el 17 de septiembre de 1971.
En 1982 se roturan casi 200 hectáreas de rebollar y estepar en las partidas de Las Navazas, Los Vallejos y Los Columpios. Con esto se pretendía que los agricultores tuvieran un incremento de superficie para cultivar y así fijar la población que se encontraba en franco declive en las últimas décadas.
En junio de 1991 se cierran definitivamente las Escuelas Públicas del pueblo.
En 1992-1993 se ejecuta una restauración total de la Torre de la Iglesia, a la cual se le coloca el chapitel.
En 1993 se hace el merendero de Las Canalejas con ayuda de la Diputación Provincial.
En 2003 se reforma la Plaza de la Iglesia, permaneciendo así en la actualidad.
En ese mismo año, se produce la creación de la Comarca del Jiloca y la disolución de La Mancomunidad de Municipios “Comarca de Calamocha”.
El año 2005 se inaugura el Centro Social El Horno, que integra un bar y salón en la parte superior, un bar con cocina y horno en la parte intermedia y un Pabellón en la parte inferior. Todo esto aprovechando lo que fue el antiguo Horno del pueblo de grandes dimensiones.
En 2008 se sustituyó el transformador originario del año 1928 por uno nuevo que se desplazó unos 50 metros más a las afueras de la población, en la era del Tejero.
En 2013, en colaboración con los forestales, se hace un refugio con 2 chimeneas en el merendero de Las Canalejas.
En 2017 se procede a la reforma de toda la cubierta de la iglesia.
En 2018 se construye el merendero de El Coto en las afueras del pueblo.
En mayo del año 2020 se inaugura un Consultorio Médico nuevo integrado en la Lonja-Trinquete del edificio del Ayuntamiento.
Recientemente, a principios de 2022 se ha finalizado la construcción de la pista de pádel en las instalaciones deportivas del frontón.
Cumpliéndose la ley de compensación que se da en las tierras pobres, cuyos campos estériles producen por lo común cerebros bien dotados, al igual que en otras tierras turolenses, han destacado en Torrecilla los religiosos.
Juan José Lario y Lancís (1712 – 1777). Arzobispo de Tarragona.
Nacido en Torrecilla del Rebollar el 7 de octubre de 1712, de familia noble. Según costumbre de aquellos tiempos, bautizado al día siguiente con el nombre de Juan Josepf Ramón Lario y Lancís.
Hijo de Cristóbal Lario de Alce y de Apolonia Lancís Lope. Tras pasar sus años de infancia en su pueblo natal, sintió la llamada de Dios, iniciando de esta manera los estudios sacerdotales.
Curso estudios de latín, humanidades, arte y teología en la Universidad de Zaragoza, obteniendo el grado de Doctor en Artes y Sagrada Teología.
Ordenado sacerdote en 1737, en 1742 es nombrado Vicario de la Villa de Brea y posteriormente a primeros de abril de 1746, con 33 años, párroco de Cosuenda, en la Archidiócesis de Zaragoza.
En 1753 inaugura y bendice en Cosuenda los altares de San Juan y San Bernabé, hechos con un zócalo de jaspe, traído de las canteras de Fonfría; el presbiterio y las columnas, de mármol negro de Calatorao.
Siendo ya Obispo Auxiliar de Zaragoza inauguró la Capilla del Santísimo Cristo en Cosuenda.
Fue autor de varios textos religiosos. Su piedad y prudencia le llevaron a ser nombrado Obispo Auxiliar de Zaragoza en 1757 con el título de Leta, siendo electo por el Ilmo. D. Francisco Ignacio de Añoa y Busto, Arzobispo de Zaragoza, y consagrado por los Obispos de Huesca, Jaca y Barbastro.
El 16 de mayo de 1762 visita la Iglesia de Torrecilla y ordena reparar los tejados y la sacristía de forma urgente, hasta que ponga en uso la nueva iglesia que se debe construir.
Al año siguiente, Juan Andrés Lario (posiblemente hermano o tío) puso la primera piedra de la Iglesia de Torrecilla.
El 19 de mayo de 1764 es nombrado Arzobispo de Tarragona a presentación de S.M el Rey Carlos III, tomando posesión el 30 de octubre, dejando la Rectoría de Cosuenda.
El 1 de marzo de 1768 proclama el «Nou Pla» en el Arzobispado de Tarragona que modifica la estructura existente y suprime las notarías rurales.
Consagró en su Catedral al Obispo de Barcelona Don José Climent. Este no quiso ser consagrado por otro Obispo que no fuera Juan Lario.
Donó a la Catedral de Tarragona la bellísima capilla de Santa Tecla, la cual fue inagurada y bendecida en 1775, con una aportación personal de 48.000 libras.
La Capilla de Santa Tecla es una capilla barroca de estilo tardío, prácticamente neoclásica. Los relieves del altar mayor de la capilla y las notables esculturas fueron realizados por Carlos Salas, seguidor de la plástica de Bernini, representando la vida de la Santa y las virtudes cardinales.
La reja de la misma época barroca es del artesano Onofre Camps.
Expidió varios decretos para reforma de abusos y fomento de la sólida piedad.
En uno de sus viajes a Roma trajo un crucifijo, tan fina y bellamente cincelado que los expertos lo atribuyen a uno de estos dos genios de la escultura italiana: Benvenuto Cellini (el mago de la orfebrería) o Miguel Ángel. Tan preciada joya permaneció en casa de sus familiares, los Lope de Torrecilla.
Juan Lario y Lancís muere en la villa de Plá (Tarragona) el día 6 de octubre de 1777, a los 65 años de edad. Fue enterrado en Tarragona, en la citada Capilla de Santa Tecla.
Fue gran orador, de intensa piedad, probada virtud y sabiduría. Ejemplar en su celo personal, inagotable su caridad, prudente y sabio en su gobierno. Destaca la caridad sin límites que demostró durante toda su vida.
El 18 de agosto de 1813 el Ejército Napoleónico vuela el Palacio del Arzobispo de Tarragona, perdiéndose así la documentación y un cuadro al óleo del Arzobispo.
Tenía vivienda en Torrecilla donde figura en la fachada su escudo Arzobispal, así como en la fachada frontal de la Iglesia y en la capilla primera del lado del evangelio de la iglesia.
Fue gran mecenas de la Iglesia Parroquial de su pueblo; la actual Iglesia de Torrecilla está construida principalmente a expensas de su propio peculio. En la sacristía se conserva un retrato suyo.
Donó diferentes cantidades por vía de limosna para la construcción de la nueva Iglesia de Torrecilla y a sus expensas se hacen dos retablos que se han de colocar en la capilla colateral del lado del Evangelio, por cuyo motivo todo el pueblo había cedido dicha capilla al Sr. Arzobispo, como bienhechor.
Tal vez su ayuda explique las esbeltas trazas del templo, diferente a lo habitual en la zona.
Justino Juste Juste, (1905 – 1994). Sacerdote y coronel castrense contemporáneo.
Nació el 3 de mayo de 1905 en Barrachina, donde su padre ejercía de secretario del ayuntamiento. Hijo de Tomás Juste Lorente (Corbatón) y de Jacinta Juste García (Bañón). Ya muy pequeño vino a Torrecilla, era el cuarto de seis hermanos.
Estudió en Torrecilla en su primera etapa y posteriormente continuó sus estudios en el Seminario de Belchite. Completó su formación en la Universidad de Zaragoza, donde obtuvo las licenciaturas en Filosofía y Letras, en Latín y en Griego.
Cantó misa el 23 de diciembre de 1929 en Zaragoza. Ejerció su labor pastoral como párroco en Aguaviva, Huesa del Común, Vistabella, Aladrén y La Ginebrosa.
La Guerra Civil le sorprendió en Benicarló, de allí se trasladó a Madrid donde pasó la mayor parte de la contienda como paisano. En 1937 muere en el frente de Portalrubio (Venta del Diablo) su hermano Joaquín (Maestro y Alférez Provisional). Está pérdida le marcó el resto de su vida.
Posteriormente combinó su carrera sacerdotal con la militar, y en el año 1943 fue nombrado Capellán Castrense.
Participó en la Segunda Guerra Mundial en la Campaña de Rusia, se incorporó el 2 de mayo de 1943 al tercer Batallón del 262 Regimiento de la División Española de Voluntarios de la Wehrmacht (“División Azul”). Estuvo como capellán en la batalla de Leningrado con el grado de teniente.
De vuelta en España en 1944, tuvo destino en diferentes y numerosas plazas.
El 18 de septiembre de 1963 le fue concedida la Cruz de San Hermenegildo.
Siendo Coronel Vicario, pasó a la Reserva el 5 de mayo de 1969, con el grado de Teniente Coronel.
Coincidió en varios destinos con paisanos de Torrecilla cuando hacían el Servicio Militar. Tal es el caso de Juan Francisco Domingo y Juan Francisco Andrés en Huesca, Francisco Blasco en Ceuta, y Manuel Valero en Rusia.
Donó a la Iglesia de San Cristóbal de Torrecilla el actual Sagrario.
Fue gran conocedor y estudioso del canto Gregoriano y poliglota, hablaba perfectamente 5 idiomas.
Paso parte de sus últimos años a caballo entre Calamocha y Zaragoza, visitando Torrecilla en el buen tiempo, donde conservaban la casa de sus padres en el recogedor.
Repartía su tiempo entre la celebración de misas, la lectura, los paseos y la oración, estando en plena actividad pastoral. Visitaba a los ancianos y enfermos, obsequiándoles con fresones de su huerto y con algún pichón de paloma.
Ya mayor se recogió en la Residencia de Sacerdotes de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Zaragoza.
De carácter enérgico a la vez que piadoso, colaboró generosamente en varios proyectos misioneros. Gozó de gran fortaleza, buena salud y gran lucidez hasta sus últimos días.
Murió en Zaragoza en el Hospital Militar el 8 de octubre de 1994, siendo enterrado en Torrecilla del Rebollar en el panteón familiar.
Jerónimo Beltrán Burriel. (1934 – 2011). Teólogo, escritor, y canónigo magistral de la Catedral de Teruel.
Nació en Torrecilla del Rebollar el 29 de abril de 1934.
Hijo de Miguel Beltrán y de Blasa Burriel. Se crió en el seno de una familia labradora, como el benjamín de una familia de diez hermanos.
Mientras estudia en la escuela de Torrecilla ayuda en las labores propias del campo al resto de la familia. Con 12 años sale a estudiar fuera de Torrecilla.
Cursa humanidades en Alcorisa, (1946-1947); Filosofía en Zaragoza y Sagrada Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, donde obtiene la licenciatura en 1958, con notas extraordinarias, premios y matriculas. Es conocida su gran capacidad intelectual y su entrega al estudio.
El 5 de abril de 1958 es Ordenado Sacerdote en la Catedral Vieja de Salamanca.
Su labor pastoral ha estado dedicada fundamentalmente a la enseñanza, salvo un tiempo que fue Coadjutor de la iglesia de EL Salvador de la Merced, en Teruel.
El 5 de julio de 1958, se incorpora a su primer destino, como Prefecto de disciplina, Superior y Encargado de Cátedra en el Seminario de la Diócesis en Alcorisa.
Desde septiembre de 1961 fue encargado de Cátedra en el Seminario Mayor, hasta octubre de 1963, en que fue nombrado por oposición Profesor de Sagrada Escritura.
Continúa su formación en Sagradas Escrituras en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma (1959-1962). Allí consigue la licenciatura en Estudios Bíblicos, que puede prolongar unos años más tarde en L’Ecole Biblique de Jerusalén.
A partir del año 1964, estuvo 22 años como Capellán Director Espiritual y profesor de Religión en el Colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle de Teruel y de la Congregación Mariana.
Tras brillantes oposiciones, el 15 de febrero de 1968 fue nombrado Canónigo Magistral de la Santa Iglesia Catedral de Teruel y Delegado Diocesano de Ecumenismo, tras haber pasado por varios cargos de notoria relevancia.
Durante años fue traductor de lengua alemana en la Escuela “Berlitz School” de Bochum (Alemania) y asistente en la “Internacional Language Centre” de Londres.
Llevó a cabo numerosas estancias veraniegas en Alemania con la responsabilidad propia de “cura de almas”. Su actividad pastoral la ejercía impartiendo Ejercicios Espirituales, Retiros, Conferencias, etc.
También tuvo experiencia misionera en Huencavelica (Perú), en la cordillera Andina.
Era un gran erudito, traductor, escritor y colaborador habitual de prensa y radio. Hablaba latín, griego, hebreo y cinco idiomas modernos.
Cientos son los artículos que publicó en revistas científicas, religiosas y divulgativas.
Colaborador habitual como crítico de arte en el «Diario de Teruel» y en el programa “El espejo de Teruel y Albarracín” de la cadena COPE.
También era colaborador en la revista “Xiloca”, editada por el Centro de Estudios del Jiloca.
Numerosas son sus publicaciones y traducciones. Su última obra publicada fue “Semana Santa en Teruel”.
En 2008 celebró sus bodas de oro sacerdotales.
Siempre mantuvo una estrecha relación con Torrecilla del Rebollar, visitaba su pueblo natal donde era muy querido y conservaba familia y amigos.
Su trato con compañeros, alumnos, amigos y discípulos fue siempre ejemplar. Era un sabio admirado, pero a la vez cercano y querido.
Murió a los 75 años de edad, de un fallo cardiaco mientras practicaba natación, el día 3 de julio de 2011 en Teruel. Sus restos descansan en el cementerio de Teruel.
En agosto de 2012 recibió un homenaje póstumo por parte de su querido pueblo natal, con el oficio de una misa concelebrada por el Obispo de Teruel-Albarracín, Carlos Escribano, inaugurándose una Placa Conmemorativa en la Iglesia Parroquial de San Cristóbal.
Escudo Lancís.
En Torrecilla se encuentra en Casa de Félix Burriel Villanueva (el tío Félix, el Carpintero) sobre la entrada a la vivienda, un escudo perteneciente al linaje de los Lancís.
El escudo está tallado en piedra, cuartelado en cruz: 1º jaqueado de oro y gules, con veinticinco puntos, 2º águila andante de tronco con alas levantadas, sujetando una presa. 3º de plata, león de su color con cabeza contornada, 4º árbol de su color.
Aparece timbrado por un yelmo de infanzón perfilado a la siniestra, de acero pulido y bordura.
El escudo tiene Linaje Infanzones, con ramas en las localidades de Lagueruela, Muniesa, Alpeñés y Torrecilla del Rebollar.
Escudo eclesiástico de Don Juan Lario Lancís.
Arzobispo de Tarragona, realizado a finales del siglo XVIII en su casa natal. Se trata de un escudo tallado en piedra, muy similar al del linaje de Lancís que encontramos en Torrecilla y en Lagueruela.
Está cuartelado en cruz: 1º jaqueado de oro y gules, con veinticinco puntos, 2º águila andante de tronco con alas levantadas, con una presa. 3º de plata, león paseante de su color con cabeza contornada, 4º árbol de su color, aterrazado en oro. Aparece timbrado por una cruz de dos aspas, símbolo de patriarcas y arzobispos primados, del que descienden las cuatro borlas arzobispales.
El escudo fue realizado en homenaje a Juan Lario y Lancís, según indica la inscripción: «ILmo Sr. Dr. Dn. JUAN LARIO Y LANCIS, ARPo. DE TARRAGONA», por lo que se colocaría con posterioridad a su defunción en 1777.
PARROQUIA DE SAN CRISTÓBAL. MARCO HISTÓRICO – ARTÍSTICO
Exponemos en estas líneas un texto resumido sobre la historia y descripción de la parroquia de San Cristóbal. Ponemos a disposición de los interesados otro texto con información más detallada en el siguiente botón.
La parroquia de San Cristóbal de Torrecilla perteneció desde la Edad Media a la diócesis de Zaragoza, Arciprestazgo de Daroca.
Tenía la categoría de vicaría, es decir, el cura párroco de Torrecilla no era la máxima autoridad de la parroquia, sino que actuaba en representación de otra institución superior, quien cobraba los diezmos, nombraba al vicario y le pagaba una congrua fija como salario.
La obra de la Iglesia se realizó bajo la dirección del Maestro Alarife Antonio Cólera documentado en 1770 y 1773 como residente en Torrecilla en esa época, ya que actúa como testigo de actas notariales.
De este año se conserva una comanda de algunos labradores de Villarroya de los Pinares y de Gúdar. Se trata sin duda del pago por los maderos necesarios en las obras de la Iglesia.
Las obras debieron de comenzar hacia 1761 con el derribo del anterior templo, que desde 1527 daba constantes problemas que conllevaban continuas reformas.
Contó con el mecenazgo del Obispo auxiliar de Zaragoza y posterior Arzobispo de Tarragona, D. Juan José Lario y Lancís, hijo del lugar.
Este benefactor contribuyó de forma decisiva a la construcción del templo y recibió como donación la capilla colateral del lado del Evangelio, donde colocó dos retablos donados por él, y sobre la cual figura el escudo arzobispal. Tal vez su generosa ayuda explique las esbeltas trazas del templo, diferente a lo habitual en la zona y época.
Fue transferida a la diócesis de Teruel el 1 de enero de 1956 tras el concordato con la Santa Sede. En el año 1965 estaba incorporada al arciprestazgo de Calamocha.
Desde el año 2013 pertenece al Arciprestazgo de Montalbán.
DESCRIPCION GENERAL DEL EDIFICIO
La iglesia parroquial de San Cristóbal data del siglo XVIII. Es una construcción barroca de mampostería que destaca por su monumentalidad, de considerables dimensiones (950 m2).
Es un edificio de planta rectangular que consta de tres naves de cuatro tramos, con esbeltos pilares que sostienen sus bóvedas. La cubierta es de teja árabe a dos aguas.
A los pies de la Iglesia la fachada principal es de perfil mixtilíneo, dividida en tres partes, una central y dos laterales, resultado de la continuidad de las naves interiores. En la central, se produce el acceso al templo, a través de una sencilla portada rematada con arco de medio punto enmarcado entre pilastras y un óculo ovalado superior, sobre el que se ubica el escudo del Arzobispo D. Juan Lario y Lancís, también encuadrado en pilastras.
El Coro se dispone sobre el acceso y se accede desde la escalera situada en la Torre. La puerta está sobrechapada.
Conserva retablos e imágenes de distintas épocas. Alberga en su interior varios retablos de estilo rococó y un hermoso pulpito.
El retablo del altar mayor, fechado en 1705, perteneció a la anterior iglesia y está dedicado a la Purísima Concepción.
El Sagrario actual fue donado por Justino Juste sacerdote de la población.
Arranca sobre la plaza a una altura de 1142 metros, con una altura de 44 metros.
En los vanos al sur la campana mayor Santa María, del año 1781 y al suroeste la menor Santa Lucía, de fechas más recientes.
En la actualidad la cubierta de la Torre está resuelta mediante un chapitel de bronce con forma cónica octogonal.
Con un total de 35 metros de altura. La torre es un magnifico observatorio del pueblo y del término, desde sus ocho miradores a 25 metros de altura.
Ermita de San Agustín del siglo XVII, es una construcción barroca popular, de una nave con cubierta de tejado a doble vertiente, sobre arco perpiaño, integrada en el complejo del Cementerio. Restaurada en 1833 y en 1931. Tenía una campana pequeña que fue robada a principios del siglo XX.
Cementerio de 1903:
El cementerio fue construido en el año 1903, al lado de la ermita de San Agustín, aprovechando que se empedraba la carretera.
Posteriormente se añadió en la esquina trasera derecha una zona para los niños muertos que no habían sido bautizados y por tanto vagaban por el limbo. Hasta que el 6 de octubre de 2006 el Papa Benedicto XVI eliminó la existencia del limbo.
En 1945 se construyó el Depósito Municipal de Cadáveres con mesa de autopsias, quedando todo integrado en un mismo complejo.
En 1946 el albañil de Torrecilla Remigio Vela hace obras de reparación en el cementerio.
Posteriormente se han añadido a lo largo de los años varios conjuntos de nichos. Primero de ladrillo y yeso, y posteriormente prefabricados. También dispone de nichos columbarios para las cenizas.
El enterramiento en nichos era y es por propiedad. Hay varios conjuntos de nichos que en su día los hicieron varias familias que construían su bloque de nichos. El resto son construidos por el municipio.
Hasta los años 70 (1970) aproximadamente, se enterraba también en el suelo, pero el terreno no era propiedad, ya que no se compraba. Como consecuencia de ello, con el paso de los años el enterrador o el alguacil sacaban los restos y se utilizaba el terreno para otro entierro. Los restos de los difuntos desenterrados se echaban al osario que hay en el lado izquierdo, al fondo.
Carretera empedrada desde 1903.
Por ley promulgada el 29 de abril de 1892 se incluye en el Plan General de Carreteras una de tercer orden que partiendo de Cortes de Aragón y pasando por Navarrete y Lechago vaya a enlazar en el término de Luco de Jiloca con la carretera de segundo orden ya construida, de Zaragoza a Teruel.
Parece ser que en 1912 se repasó y volvió a empedrar con canto rodado más pequeño.
En 1965-1966 se repasó el empedrado ya con alquitrán.
Antiguas Pilas en la calle del Horno y calle El Pilar
Constituidas por 7 abrevaderos de diferentes medidas que se adaptaban al trazado de la pared de la huerta de Garcés, sumando un total de 26,30 metros y otra enfrente de 7 metros en la pared del huerto de la tía Eulalia. La profundidad y la anchura era aproximadamente de 30 cm. lo cual daba una capacidad de agua almacenada de casi 3.000 litros.
Casa Palacio Barroca:
Casa Solariega situada en la Plaza junto a la entrada principal de la Iglesia.
De estilo barroco aragonés del siglo XVII, es un edificio blasonado, de tres plantas de ladrillo, fachada con portada barroca monumental que enmarcan la entrada con arco de medio punto.
En la segunda planta (planta noble) hay una línea de balcones de diversa factura, con decoración de rombos en las jambas de uno de ellos.
Con motivo de su restauración en 1993, se añadió en la tercera planta una galería aragonesa con arquillos de medio punto.
También se colocó entre las pilastras cerámicas con las iniciales J.J.G. (Juan José Garcés)
Posee una torre-lucernario cuadrangular de ladrillo en el centro de la caja de escalera interior, con rico artesonado.
Casona Señorial Solariega:
Situada en el Recogedor, plaza situada al lado de la carretera.
Edificio en L de tres plantas con elementos formales de cierto interés.
En la planta baja hay una portada adintelada de sillería, en la segunda dos grandes balcones con huecos abocinados. En la tercera, una destacada galería aragonesa de arquillos de medio punto de ladrillo.
Es de destacar un palomar de arquitectura popular sobre la cubierta.
Casa Arzobispal:
Situada en la Carretera que atraviesa la localidad.
Casa de la familia y Residencia del Arzobispo de Tarragona, Juan José Lario y Lancís, nacido en Torrecilla,
Construcción de 3 plantas con fachada de ladrillo y cubierta a dos aguas. Destaca la notable portada barroca de ladrillo de medio punto entre pilastras que sustentan un entablamento sobre el que se dispone un remate a modo de frontón, con una coronación tricuspidada por tres piramidiones. En su interior se alberga el escudo arzobispal de Juan José Lario y Lancís.
Durante décadas albergo la tienda de Mariano Soguero.
Lonja Trinquete:
En arquitectura civil destaca este edificio del Ayuntamiento que conserva en la fachada el escudo de alabastro de la villa con fecha de 1676.
Construcción de tres plantas totalmente renovado, pero que conserva los dos arcos de la Lonja, aunque cegados ahora con puertas y cristaleras.
Anteriormente albergó los calabozos y la plaza trinquete en la planta baja. El Ayuntamiento, la Cámara Agraria Local y la escuela de chicos en la 1ª planta y las escuelas de párvulos y de chicas en la 3ª planta.
Posteriormente se reformó la planta baja para ubicar el bar o teleclub, el cual estuvo abierto durante 26 años (1979 a 2005)
En la actualidad alberga el Ayuntamiento en la 1ª planta y el Consultorio médico en la planta baja.
Fuente Baja o Vieja:
Obra de hidráulica civil del siglo XVII. En el sillar al lado del caño se puede observar con dificultad labrada toscamente la fecha de “AÑO 1746”. Este conjunto hídrico consta de arca de recogimiento, fuente y abrevadero.
El arca o depósito se ubica tras la fuente y tras el muro del abrevadero. Fabricado en sillería rematado con arco. Con una longitud de 19 m. por 80cm. de altura y una anchura de 80cm. tiene una capacidad aproximada de 10.000 litros.
La fuente es una construcción de sillería de un solo caño, rematada con una cubierta en piedra a dos aguas. Presenta un caño con una pila que ocupa dos tercios de la luz del arco, restando el otro espacio para apoyar los cántaros.
Sobre el caño se ubica un escudo tallado en alabastro que se encuentra muy deteriorado, de figura casi irreconocible, si bien se adivina el relieve a modo de escapulario de la Virgen del Carmen. El deterioro se debe en buena parte a la erosión producida por las reiteradas veces que se ha lavado, ya que existía una leyenda, si mojabas la imagen de la virgen, llovería… Así se ha hecho durante generaciones.
La fuente y su cubeta comunican con el abrevadero por la esquina interior. Sobre el caño principal a unos 50cm. por encima, desplazado un poco a la derecha, se encuentra otro caño para la salida y aliviadero del agua retenida en el arca o depósito que se encuentra detrás.
En tiempos el caño bajo-principal estaba provisto de un grifo de bronce, de forma que se acumulaba agua en el depósito para los tiempos de escasez.
Desagua el abrevadero a dos balsas, un de ellas en el interior de un huerto y la otra balsa en el terreno enfrente al abrevadero, con la cual se riegan varios huertos.
Una vez cumplidas la preferencias y derechos de riegos el agua sigue por una acequia para regar otros huertos más abajo y de allí al rio bajo en el puente de la carretera.
En 1956 Remigio Vela, albañil de Torrecilla realiza obras de reparación en la fuente y en el depósito, dejando grabada esta fecha en la tapa superior del depósito.
En 1983 también se realizan obras de reparación en el depósito, también queda grabada la fecha en la losa inferior de la tapa.
La última restauración data de 2006-2007, con una intervención importante, realizando una limpieza de la piedra y reposición de gran número de sillares.
Lavadero y Fuente Alta:
Ubicado en las afueras del casco urbano a una distancia de 300m. en la parte noroeste, por el camino de la Loma que une Torrecilla con Godos, aprovechando las aguas de la Fuente Alta.
Realizado en mampostería, cubierto por techumbre a un agua con vigas de madera en dos tramos que apoyan en una central. Se encuentra abierto en el lado corto sur. En el interior se ubica la fuente con un arco rebajado, realizado en ladrillo enlucido y pintado. Posee dos caños paralelos sobre los que reza la inscripción: “ESTE LABADOR SE HIZO EL AÑO 1923 SIENDO ALCALDE D. ANTONIO LÁZARO LARIO”.
El primer contrato de gestión del lavadero data del 30 de marzo de 1924.
La fuente comunica con el lavadero con una pequeña canal elevada. El lavadero presenta un vaso dividido en dos partes, la primera para el lavado y enjabonado y la segunda para el aclarado. Está construido en cemento endurecido y elevado del nivel del suelo para realizar el lavado en pie.
El agua de la Fuente Alta conserva la temperatura casi constante durante todo el año, de forma que se aprecia fresca en verano y templada en invierno. De muy buena calidad ha sido siempre muy apreciada para el consumo.
Las aguas sobrantes de la Fuente y del Lavadero se aprovechan para regar los huertos cercanos, respetando los derechos de uso.
Nevera, Nevero, Nevería o Pozo de nieve:
En mal estado de conservación, situado en la parte alta del pueblo dirección a Villanueva del Rebollar, cerca del cementerio y la ermita de San Agustín. Construcción circular destinada a la conservación de la nieve compactada, alternando capas de nieve y de paja.
Posteriormente se sacaba el hielo, bien para la conservación de alimentos, bien para el tratamiento de enfermedades. Pozo excavado en la tierra con muros de contención y bóveda de aproximación de hiladas. Tiene un diámetro interior de 5,5 metros. El muro de mampostería circular es de un metro de espesor. La bóveda está formada por diez columnas de aproximación de ladrillo macizo. La parte inferior que conforma el pozo esta excavado en la arcilla del terreno. La puerta de acceso orientada al norte mide 1,05 m. de altura por 80 cm. de anchura
Peirones:
En Torrecilla existen en la actualidad 5 peirones:
– Peirón de San Antón, en el camino hacia la Fuente Baja y el camino viejo hacia Torre los Negros y Portalrubio, al cual se daba 3 vueltas con los animales el día del santo tras bendecirlos en la iglesia.
Es un peirón de grandes proporciones, de los más grandes de Aragón. Realizado en ladrillo, salvo en la grada, las cornisas y el cimacio que están realizados en sillería.
Se compone de tres partes bien estructuradas: la grada de dos escalones en sillería, y en ladrillo el tronco y el edículo que posee una gran hornacina con la imagen de San Antón. El cimacio tiene forma de chapitel rematado en bola, coronado con una cruz de hierro. Tanto el peirón como la talla de San Antón y la verja de forja son de hermosa factura.
– Peirón de Santa Ana, en el camino hacia Segura de Baños y Salcedillo. Tiene una imagen policromada de Santa Ana (madre de la Virgen) acompañada de la Virgen niña.
– Peirón de Santa Bárbara, en el camino hacia Allueva. Protectora contra las tormentas.
– Peirón de San Cristóbal, en el camino hacia Godos y Fonfría. Patrón del pueblo.
– Peirón de Virgen del Pilar, en el camino hacia Godos. En la esquina de la calle Real. Antiguamente estaba situado en medio de la calle, pero en 1930 aproximadamente, a solicitud del Tío Navarrete y el tío Domingo se cambió para facilitar el paso de carros y caballerías, colocándose contra la fachada de casa del tío Domingo Losilla.
PARROQUIA DE SAN CRISTÓBAL – MARCO HISTÓRICO ARTÍSTICO
La parroquia de San Cristóbal de Torrecilla perteneció desde la Edad Media a la diócesis de Zaragoza, Arciprestazgo de Daroca. Torrecilla entregaba décimas a la Iglesia Metropolitana de Zaragoza y Colocaciones a la Iglesia de San Miguel.
En cuanto a las primicias establece que todos los vecinos de Torrecilla paguen una fanega de trigo a los clérigos de la Iglesia de San Miguel.
Las Iglesias de las Aldeas de Daroca cobraban los diezmos y pagaban las colocaciones por la fiesta de San Martín, dos fanegas de cebada, una fanega de trigo y otra de los demás diezmos.
Tenía la categoría de vicaría, es decir, el cura párroco de Torrecilla no era la máxima autoridad de la parroquia, sino que actuaba en representación de otra institución superior, quien cobraba los diezmos, nombraba al vicario y le pagaba una congrua fija como salario.
Según el obispo Ramón de Castrocol (1201-1206), 47 iglesias locales siguieron contribuyendo a lo largo de toda la Edad Moderna a las mismas Parroquias de Daroca, que aquél les señaló en 1205.
La obra de la Iglesia se realizó bajo la dirección del Maestro Alarife Antonio Cólera documentado en 1770 y 1773 como residente en Torrecilla en esa época, ya que actúa como testigo de actas notariales.
De este año se conserva una comanda de algunos labradores de Villarroya de los Pinares y de Gúdar. Se trata sin duda del pago por los maderos necesarios en las obras de la Iglesia.
Contó con el mecenazgo del Obispo auxiliar de Zaragoza y posterior Arzobispo de Tarragona, D. Juan José Lario y Lancís, hijo del lugar. Este benefactor contribuyó de forma decisiva a la construcción del templo y recibió como donación la capilla colateral del lado del Evangelio, donde colocó dos retablos donados por él, y sobre la cual figura el escudo arzobispal. Tal vez su generosa ayuda explique las esbeltas trazas del templo, diferente a lo habitual en la zona y época.
Las obras debieron de comenzar hacia 1761 con el derribo del anterior templo, que desde 1527 daba constantes problemas que conllevaban continuas reformas.
En 1763 Mosén Juan Andrés Lario, (posiblemente familia), puso la primera piedra, según noticia procedente de la conclusión de la Iglesia de Bea.
El 24 de junio de 1774 el Arzobispo de Zaragoza visita la Iglesia de Torrecilla y ordena seguir con las obras.
El 21 de julio de 1774 Mosén Juan Andrés Lario, que estaba enterrado en el cementerio desde el 11 de agosto de 1771, es trasladado a la Iglesia nueva, siendo el primer sepultado en la nueva Iglesia.
El 15 de noviembre de 1776 el Arzobispo de Zaragoza D. Juan Sáenz de Buruaga autoriza la cesión de una capilla a D. Juan José Lario Lancís, Arzobispo de Tarragona, benefactor de la Iglesia de Torrecilla del Rebollar.
En 1776 ya se utiliza la nueva Iglesia, pero continúan pequeñas obras durante varios años, hasta 1786. De hecho, la campana grande se fabrica en 1781.
Esta segunda mitad del siglo XVIII, entre 1750 y 1780, es una época de florecimiento, se construyen varias iglesias con características similares en la comarca, Burbaguena, Lagueruela, Olalla, Fonfría, Collados, Valverde, Ojos Negros y Nueros amplió la suya.
En el siglo XIX, a causa de la desamortización, una parte de los fondos (censales, escrituras de propiedades, etc.) acabaron en Madrid, siendo depositados posteriormente en el Archivo Histórico Nacional.
Entre 1979 y 1980 se llevó a cabo el traslado de los fondos parroquiales más antiguos al Archivo Diocesano de Teruel.
Los fondos de uso actual se quedaron en el Archivo Parroquial de Torrecilla.
Fue transferida a la diócesis de Teruel el 1 de enero de 1956 tras el concordato con la Santa Sede. En el año 1965 estaba incorporada al arciprestazgo de Calamocha.
Servida por un cura de primer ascenso y de provisión ordinaria. Pertenece al Arciprestazgo de Calamocha, (hay 11 unidades pastorales, 35 municipios). Incluida en la Unidad Pastoral de Barrachina (Barrachina, Godos, Nueros, Navarrete, Torre los Negros y Torrecilla)
Desde el año 2013 pertenece al Arciprestazgo de Montalbán, Unidad Pastoral de Montalbán, al no poder atender desde el Arciprestazgo de Calamocha a varios pueblos por falta de sacerdotes.
DESCRIPCION GENERAL DEL EDIFICIO
La iglesia parroquial de San Cristóbal data del siglo XVIII. Es una construcción barroca de mampostería que destaca por su monumentalidad, de considerables dimensiones (950 m2).
Tenía cúpula y linterna en el crucero, pero se suprimió para evitar la ruina de la iglesia.
La cúpula le daba gran luminosidad ya que en el exterior octogonal tenía vanos abiertos en el tambor.
La iglesia Parroquial de San Cristóbal es un edificio de planta rectangular que consta de tres naves de cuatro tramos, con esbeltos pilares que sostienen sus bóvedas. La nave central se prolonga hacia la cabecera (altar mayor) y hacia los pies (coro alto), está cubierta con bóveda de medio cañón, con lunetos en la central y con bóveda de arista en las naves laterales. Las naves laterales se prolongan hacia la sacristía y la torre.
La cubierta cambia en el tramo inmediatamente anterior a la cabecera donde, a modo de falso crucero, se inscribe una cúpula, que al exterior es octogonal, tiene vanos abiertos en el tambor dando al conjunto del templo una gran luminosidad. La cubierta es de teja árabe a dos aguas.
A los pies de la Iglesia la fachada principal es de perfil mixtilíneo, dividida en tres partes, una central y dos laterales, resultado de la continuidad de las naves interiores. En la central, se produce el acceso al templo, a través de una sencilla portada rematada con arco de medio punto enmarcado entre pilastras y un óculo ovalado superior, sobre él que se ubica el escudo del Arzobispo D. Juan Lario y Lancís, también encuadrado en pilastras. En los laterales (torre y torre inacabada) una sencilla cornisa horizontal remata su final y comienza la fábrica de ladrillo aplantillado reproduciendo el alero del resto de las fachadas. Por encima de la cornisa solo continua la parte central con la misma sillería, terminándose en forma de arco y esquinas rebajadas, rematada con un alero de ladrillo aplantillado.
Las fachadas laterales de 10 metros de altura tienen cuatro ventanales cada una, coincidiendo con las capillas. En las sacristías se abre una ventana lateral en cada una, al Este y Oeste.
Al igual que los templos construidos en esta época es un edificio luminoso de columnas esbeltas y agradable interior. El interior es de colores delicados, creando conjuntos armoniosos, con curvas y ángulos suaves. La decoración se concentra en los ábsides, entablamentos y en los púlpitos.
En la fachada principal, aparecen dos ventanas simétricas en los cuerpos de las torres en el primer tramo. También existe un ventanal ovalado sobre la puerta que ilumina el coro, un óculo en la parte frontal y otro en la parte posterior para iluminar las bóvedas. El coro se dispone sobre el acceso y se accede desde la escalera situada en la Torre. La puerta está sobrechapada.
Detrás del altar de Santa Bárbara se encuentran gran cantidad de vasijas de barro (ahora ya rotas).
Conserva retablos e imágenes de distintas épocas. Alberga en su interior varios retablos de estilo rococó y un hermoso pulpito.
El retablo del altar mayor, fechado en 1705, perteneció a la anterior iglesia y está dedicado a la Purísima Concepción. En él figuran lienzos de la Inmaculada, San José y la Magdalena. Sobre el retablo pintura de Santiago a caballo.
En el lado de la Epístola (donde se ubica el púlpito), se sitúa a la derecha la Pila Bautismal bajo la torre inacabada.
En el primer altar un retablo con estípites y un lienzo de Santa Bárbara.
En el segundo altar hay una valiosa talla del siglo XVI que representa el Juicio Final, en cuyo centro aparece San Miguel pesando las Almas, flanqueado por imágenes del cielo y los infiernos. En la parte alta se dispone Cristo con una espada y una flor rodeado de la Virgen y los santos, además de un bajorrelieve del Espíritu Santo.
El tercer altar estaba dedicado a la Virgen del Rosario hasta su derrumbe en 1938. Una vez restaurado fue dedicado a Santa Lucía, a San Cristóbal y a Santiago. El cuarto dedicado a la Santa Cruz.
Dos retablos de estilo rococó coetáneos de la iglesia dedicados a la Virgen del Pilar y a San Fabián y San Sebastián, junto al pulpito. Seguido una talla de la Virgen Dolorosa. A los lados del quinto altar tallas de San Roque y de la Virgen del Pilar.
En la sacristía se guarda un retrato de Juan Lario Lancís, arzobispo mecenas de las obras de la iglesia, y en un armario cálices y reliquias antiguos.
El Sagrario actual fue donado por Justino Juste, sacerdote de la población. En el lado del evangelio el primer altar dedicado a San Antón, en la parte alta estatuas de piedra de San Senén y San Abdón. En el segundo San Juan Evangelista. El tercero dedicado a San Ignacio de Loyola. En el cuarto tenemos un retablo barroco (del s. XVII) con lienzo de San Francisco Javier y San Pedro Arbués, así como una imagen de Cristo.
Cuatro retablos rococó coetáneos a la iglesia en el lado del evangelio, así como los dos retablos del mismo estilo dedicados a la Virgen del Pilar y a Fabián y a San Sebastián, en el quinto altar, junto al púlpito.
Tallas de Santiago apóstol y de la Virgen María. Tallas de Cristo y de La Verónica.
En lo alto de las columnas del crucero, los Cuatro Padres de la Iglesia Latina de Occidente: San Agustín, San Ambrosio, San Gregorio Magno y San Jerónimo.
Una sola torre de estilo mudéjar arranca a los pies de la nave del Evangelio.
Tiene una altura de 44 metros y arranca sobre la plaza a una altura de 1142 metros.
Presenta un primer cuerpo cuadrado de fábrica de sillería, sobre el que se levanta un segundo, también cuadrado y ciego, de ladrillo y con las aristas redondeadas, de gusto mudéjar. Cada uno de los lados del amplio basamento de este cuerpo presenta una decoración a base de rombos con pilastras en los laterales que se rellenan con paños de esquinillas al tresbolillo, y en la parte superior se dispone un vano ciego en arco de medio punto con paños de rombos en vertical en su interior. Este cuerpo cuadrado se remata con un friso debajo de la cornisa que sirve de paso al cuerpo octogonal que se articula con contrafuertes en las esquinas. A continuación, se abren vanos en arco de medio punto con antepechos lisos para cobijar las campanas. Pequeñas cruces salpican los contrafuertes que terminan en capiteles de ladrillo aplantillado en forma de pico de cuervo. Como en el cuerpo cuadrado, un entablamento de esquinillas al tresbolillo remata el cuerpo. En los vanos, al sur, la campana mayor Santa María con la inscripción en la parte superior:”ORA PRONOBIS – JESÚS MARÍA Y JOSÉ” “ SANTA MARÍA” “ AÑO DE 1781” y al suroeste la menor, la Santa Lucía, en la que reza la siguiente inscripción en la parte superior: “SANTA LUCÍA” “JESÚS MARÍA Y JOSÉ” y en la parte central: “ME FUNDIÓ CORNELIO COLINA – PÁRROCO D. EUGENIO DEL RIO – ALCALDE D. JOSÉ GIMENO Y SECRETARIO D. ÁNGEL PEREZ – AÑO 1908” Otrora servían de aviso para fiestas y ceremonias, pero también para llamada a fuegos, personas perdidas y calamidades. También servía de faro y guía para sus gentes.
La campana grande se fabricó en la época de construcción de la iglesia, la pequeña se sustituyó más recientemente.
En la actualidad la cubierta de la Torre está resuelta mediante un chapitel de bronce con forma cónica octogonal que apoya en un pequeño cuerpo octogonal decorado como paños de esquinillas al tresbolillo en cuyo centro se alternan óculos con huecos romboidales formados por cuatro ladrillos dispuestos al sardinel.
La torre es un magnifico observatorio del pueblo y del término, desde sus ocho miradores a 25 metros de altura.
CARACTERISTICAS CONSTRUCTIVAS
La estructura vertical está construida con muros de carga perimetrales de doble hoja: fábrica de mampostería al exterior y ladrillo al interior, trabadas entre sí, hasta el arranque de las bóvedas. Existen pilares exentos y los embebidos en el muro perimetral, todos arrancan con una basa de sillería y a continuación fuste de ladrillo hasta el capitel. De forma simétrica en las naves laterales a los lados de la cúpula se ha levantado un muro transversal de ladrillo en toda la altura y desde el pilar hasta la fachada, como refuerzo para corregir los efectos del desplome de los pilares producido por el sobrepeso de la cúpula. La estructura horizontal se resuelve mediante bóvedas de plementería de ladrillo de dos hojas y encamisadas en yeso. Son de medio cañón con lunetos en la nave central y de arista en las naves laterales. Las bóvedas están delimitadas.
En el lateral de la torre inacabada se reserva vara y media (1,158m.) para evacuación de las aguas de los tejados y tres varas (2,316m.) sin poder dejar nada que impida la libre salida de dichas aguas.
INTERVENCIONES REALIZADAS EN EL EDIFICIO
El día de jueves Santo de 1938 se desplomó el altar de la Virgen del Rosario con los Mártires, siendo el cura mosén Marcelino. Se reconstruyó, pero se hizo a la advocación de Santa Lucía y San Cristóbal siendo el cura mosén Leopoldo.
Se tiene constancia de las siguientes intervenciones realizadas: 1956.- Sustitución de la cubierta original de la Iglesia y demolición la Cúpula del crucero por problemas de estabilidad dado el peligro que suponía para la estructura de la iglesia. Obra realizada por el albañil de Torrecilla, Remigio Vela Descrita en “Memoria de Obras realizadas en Iglesia Parroquial 1956” redactado por D. Joaquín Soro Gracia, cura ecónomo en esa época. Queda constancia de que la alarma surgió al detectar “…grietas enormes en la cúpula, con desplazamiento palpable de las columnas…”. Se levantó la cubierta y dado su estado de deterioro se sustituyó toda ella. “…Había que desmontar el tejado, colocar 13 armaduras y hacer desaparecer la cúpula, pues su peso de 72 toneladas, unido a las goteras y madera podrida era la causa de todo.” Se demolió la cúpula existente y se construyó un cuerpo cuadrado con cubierta a dos aguas como el resto de la Iglesia (levantado 1,5 m. sobre ella) con dos ventanas a cada vertiente. Se realizó una pared en cada nave lateral, para estabilizar y reforzar la desviación de los pilares bajo la cúpula -Torrecilla del Rebollar- (1940). También embaldosó todo el suelo de la Iglesia, sobre la cerámica antigua, un total de 565m2 de baldosa, más 30m2 de cada sacristía. Los bancos se sustituyeron también. Los hizo el carpintero de Torrecilla Félix Burriel. Jorge Gonzalvo, también carpintero hizo las vigas. Se cambia la cajonería y la iluminación.
La alegoría del espíritu Santo (paloma) que se colocó en el cerramiento donde iba la cúpula, la puso el albañil de Torrecilla Zenón Rivasés.
Se cambió el Altar Mayor para adaptarlo al Concilio Vaticano II
En la base del cuerpo octogonal mirando al sur, en 1962 se colocó un reloj fabricado en Manufacturas Blasco de Tortosa, colocado por Zenón Rivasés. Dando las horas, las medias y sus cuartos, golpeando con fuerza la Santa María.
En 1992-1993 se realizó una intervención en la Torre de la Iglesia, realizada por el Servicio Provincial de Arquitectura en la que se realizó una rigurosa restauración de toda la torre. Sustituyendo todos los ladrillos y decoraciones.
Se intervino en todo el exterior de la Torre y se le colocó una nueva cubierta con cimbel cónico de planchas de de bronce sobre el antiguo techado plano de la torre. Se reforzó en el interior el paso de planta cuadrada a octogonal, con una estructura de acero.
En 2014 actuaciones puntuales del Obispado de Teruel. Se actuó en la cubierta de la nave central (detrás del Altar y sobre el Coro) colocando estructura metálica (nueva y reaprovechada), tablero de nervometal + hormigón y teja nueva curva árabe.
Toda la cubierta fue restaurada a finales de 2017. También se hizo un nuevo cimborrio. Así volvió a tener cúpula y linterna en el crucero como en origen. Dando de nuevo gran luminosidad al interior. Con una inversión de 310.000 € aportados por Suelo y Vivienda de Aragón a través del FITE (Fondo de Inversiones de Teruel)
En los muros se ha hecho un drenaje en la fachada este y colocación de electo-osmosis pasiva en todo el perímetro.
Se han puesto en las naves laterales vigas de acero, apoyando en zuncho perimetral y cabezas de pilares y cerchas de acero, apoyando en las cabezas de los pilares de la nave principal. A continuación, correas de acero conformado en frio, placa de onduline y colocación teja curva árabe. En el encuentro con la Torre se ha colocado una canal de plomo plegado. En las bóvedas se cosieron con grapas de acero inoxidable las grietas y se encamisaron con yeso/látex.
Se ha realizado un nuevo cimborrio, mediante un empresillado con tirantes de acero de las cabezas de pilares situados bajo la cúpula. Colocación sobre esos tirantes de pilares/vigas/correas de acero y las fachadas del tambor realizadas con ladrillo caravista manual. La cubierta se resuelve con bandejas de cobre sobre tablero hidrófugo. En el interior techo y paredes de yeso laminado, con ventanas metálicas y un gran abocinado de jambas/vierteaguas para potenciar al máximo la entrada de luz al interior del templo.
En los muros se ha hecho un drenaje en fachada este y colocación de electo-osmosis pasiva en todo el perímetr
Castillo fortaleza, conocido popularmente como “El Muro”
Situado en una pequeña loma al lado del caserío, en la parte noroeste del casco urbano. Consiste en un recinto de forma redondeada, de unos 34 m. de diámetro y una superficie aproximada de 1.150 m2, realizado en mampostería de cantos rodados unidos por gran cantidad de argamasa caliza, con acceso único.
Se podría catalogar dentro de la clasificación de Castillo-Refugio, que solían ser pequeños, de defensa local y con torre, en las zonas altas de la población.
Tenía dos torreones semicirculares; se conservan restos de la Torre del Homenaje de planta cuadrada, en el interior del recinto, y de uno de los torreones semicirculares. También quedan restos de los fuertes muros de mampostería que rodeaban el recinto. Se distinguen saeteras, si bien ya muy deterioradas.
En 1925 se tuvo que derribar una parte del muro que amenazaba con caer sobre el caserío, y una parte del Torreón.
De estilo gótico militar, fue construido entre los años 1129 y 1157 por orden de Ramón Berenguer IV, formando parte de una línea defensiva de fortificaciones junto con Barrachina, Torre los Negros, Segura de Baños, Castel de Cabra y Torre las Arcas, en la línea fronteriza con los territorios musulmanes de Al-Ándalus. Es uno de los más de 500 castillos que llegó a haber en Aragón.
Sus características de construcción fueron defensivas. Fue construido con celeridad y exento de arte, seguramente por los propios vecinos. No hay constancia de si pudo ser la reutilización de un bury (fortaleza musulmana compuesta por una torre o atalaya de vigilancia sobre un terreno elevado).
Posteriormente, con el avance de la frontera, fue perdiendo relevancia hasta que se multiplicaron los conflictos con Castilla, una vez terminada la reconquista aragonesa y durante toda la Baja Edad Media.
Restaurado y puesto en servicio, adquirió importancia durante la guerra castellano-aragonesa de los dos Pedros entre 1356 a 1369 (Pedro I el Cruel de Castilla y Pedro IV el Ceremonioso de Aragón). Al quedar en una segunda línea de defensa, no llegó a ser asediado, y no llegó a producirse la tan temida invasión castellana.
Esta fortaleza perteneció al señorío de Daroca y posteriormente a la Comunidad de Aldeas de Daroca, sexma de Barrachina. Fue abandonada tras la unión de los reinos de Aragón y Castilla con el matrimonio de los Reyes Católicos. Desde entonces el estado de ruina ha sido progresivo.
Desde el 17 de abril 2006 está declarado Bien de Interés Cultural, como todos los Castillos de Aragón.
En la actualidad sufre nuevos desprendimientos y descarnación de la base de arcilla donde se asientas los muros.
Restos arqueológicos ubicados en el término.
Cabezo Calán: Asentamiento Ibero donde se hallaron escaso material cerámico y un as de bronce de la ceca Secaisa,
Poblado de Arrieros: Junto a la Rambla del Pinar, tributaria del rio Pancrudo, se encuentra aguas arriba el asiento fortificado de “Arrieros”, poblado medieval de época musulmana.
Aunque las labores agrícolas han desmantelado en gran parte el yacimiento y no se conservan prácticamente elementos constructivos, la presencia de un importante foso de hasta 4 m. de altura, excavado en el sector sureste del yacimiento, indica claramente el carácter estratégico de este emplazamiento (Hidalgo, 1991a).
Poblado Zarzuela:
Despoblado medieval localizado en la Sierra, entre las localidades de Godos, Torrecilla y Torre los Negros, cerca del término de Portalrubio. Posiblemente fue afectada por la peste negra entre los años 1347 a 1350, la más mortífera de la historia. Es muy probable que ésta fuera la causa de la pronta despoblación del lugar.
En 1412 su término se repartió entre los pueblos de alrededor: Godos, Torrecilla, Torre los Negros y Portalrubio. No sólo se establecieron los límites de cada una de las partes, también las fuentes y los terrenos de pasto y herbaje que les correspondían a cada uno de ellos. Estos límites no fueron respetados durante mucho tiempo, dando lugar a diversos conflictos, que se extendieron durante siglos.
En 1541 Torrecilla y Fuenferrada nombraron arbitradores para solucionar problemas de amojonamientos sobre la pardina.
En 1560 los vecinos de Godos enumeran las dehesas que poseían, nombrando la pardina de la Zarzuela.
En 1752 la Comunidad de Aldeas mandó amojonar de nuevo la pardina de la Zarzuela,
resultando insuficiente para solucionar el pleito, el cual se extendió durante los siglos XVIII y XIX.
En la actualidad se pueden apreciar numerosos restos de construcciones, y todavía se mantienen en pie los muros de lo que probablemente fue la ermita del Santuario de la Virgen de Zarzuela, muy cerca de la fuente de Zarzuela.
Ermita de San Pedro:
En la Sierra a orilla del camino de Portalrubio antes de llegar a lo que fue el poblado de Zarzuela se encuentran los restos de la Ermita de San Pedro.
Se tiene constancia que en 1537 el visitador D. Mateo Caballero, en nombre del Arzobispo, mandó retejar el tejado y rehacer la ermita con una puerta nueva.
Masías:
También en la Sierra se encuentran las masías del Más de Teller y el Más de los García. Dada la lejanía de esta partida del núcleo del pueblo, cuando había que realizar las labores agrícolas que llevaban cierto tiempo, tales como labranza, siembra, siega, incluso la trilla y el pastoreo, las familias y jornaleros se desplazaban a vivir temporalmente en estas masías.
Durante la guerra civil, el frente estuvo ubicado en la masía del Más de Teller, donde se pueden apreciar claramente las troneras y modificaciones llevadas a cabo para reforzar las defensas de la masía.
Diseñado por Agencia ESI Soluciones
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